El triunfo de la obra cumplida.
El triunfo solo se obtiene gracias a un trabajo paciente y perseverante, a una larga reflexión que nunca baja la guardia. Esta es la diferencia entre el triunfo, resultado de un esfuerzo constante y abnegado, que supone una especia de consagración, y el éxito, un relámpago, una alegría efímera. Así pues, el mejor triunfo sigue siendo el de la obra cumplida por si misma.