El gran Beethoven llegó a conocer el éxito, pero nunca pudo disfrutarlo. El conglomerado de infortunios que se dieron cita en su vida le suministró una desdicha permanente.

 

Su padre, que tenía una capacidad pedagógica limitadísima, comenzó a enseñarle música a temprana edad. Esto condicionó gravemente el desarrollo afectivo del muchachito, que no se relacionaba con nadie. Cuentan los biógrafos, que Ludwig era levantado de la cama a cualquier hora y obligado a tocar el piano para impresionar a los amigos de su padre. Esto ocasionaba que se durmiera en la escuela, a la que concurría cada vez menos.

 

El alcoholismo del padre de Ludwig le hizo perder su trabajo musical en Bonn, y la madre de Ludwig estaba permanentemente enferma.

 

En 1787, Beethoven logró irse a Viena. Pero poco tiempo después murió su madre de tuberculosis mientras su padre estaba en prisión. Ludwig debió regresar a Bonn para mantener a sus hermanos menores, tocando el violín y dando clases de piano. Por entonces, propuso matrimonio a Magdalena Willman pero ella lo rechazó. Su trabajo empezó a florecer. Daba conciertos importantes y su obra estaba empezando a ser reconocida. Cuando las cosas empezaron a

encaminarse apareció un mal particularmente escalofriante para él: la sordera.

 

Murió a los 56 años, solo y sin importarle demasiado el juicio de los otros.

 

En su música genial se advierte un híbrido de tristeza e ira que refleja una enorme soledad.

 

Fuente: 50 RECHAZADOS QUE HICIERON HISTORIA.

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