Una mujer con una pistola, dispuesta a vengarse.

La venganza de Viviana Thomas

Viviana Thomas era hija de un rico hombre de negocios de Boston. Asistió a las mejores escuelas, entonces, un día, en una reunión social, conoció a un apuesto oficial del ejército. Después de un noviazgo vertiginoso, anunciaron su compromiso. Pero poco antes de la boda, el joven oficial desapareció, dejando una nota que decía que salía hacia el oeste en busca de aventura. Viviana se enfureció y avergonzada por este giro de los acontecimientos, y ella juró venganza.

Al descubrir que su pretendiente había estado en Fort Gibson, territorio indio, Viviana ideó un plan; se cortó el pelo, se puso ropa de hombre y partió hacia Fort Gibson para alistarse en el ejército. Entonces, observó al joven oficial y esperó su oportunidad. Finalmente, en un frío día de diciembre se presentó una oportunidad. Ella con una pistola se colocó detrás de una roca porque sabía que pasaría su exnovio, y mientras lo hacía, ella le disparó y lo mató. Cuando lo encontraron, se supuso que había muerto a manos de los indios y sin realizar ninguna investigación, trajeron el cuerpo del oficial de vuelta al fuerte para ser enterrado.

Al principio Viviana estaba encantada. Sin embargo, poco a poco fue dándose cuenta de que lo había perdido todo. Había perdido a su prometido, a su reputación, y lo que es peor, había perdido su paz mental. La ira y la vergüenza la habían consumido, y la venganza había sido su única respuesta. Había buscado a su exnovio en Fort Gibson, territorio indio, con la intención de matarlo. Y lo había logrado.

Pero, a pesar de su éxito, Viviana no pudo encontrar la tranquilidad. La culpa la asediaba cada noche, y la soledad la atormentaba en su cama de campaña. Hasta que, en una noche especialmente fría, se rindió a su dolor y se acostó en la tumba de su exnovio.

Allí, en ese lugar de muerte y desolación, Viviana finalmente encontró su paz. Pero fue una paz fría y definitiva, pues al amanecer, su cuerpo fue descubierto, congelado y sin vida.

El médico del fuerte examinó su cadáver y descubrió la verdad: el joven oficial que Viviana había matado era, en realidad, una mujer. Pero ya era demasiado tarde para cambiar los hechos. Viviana había pagado el precio de su venganza, y la tristeza y la culpa la habían llevado a una muerte prematura.

Hoy en día, Viviana sigue vagando por el Cementerio Nacional de Fort Gibson, su alma inquieta y desesperada por encontrar la paz. Los visitantes han informado de avistamientos de una figura con ropa de soldado llorando por su joven oficial, una aparición que muchos creen que es la propia Viviana.

La historia de Viviana es un recordatorio de los peligros de la venganza y el dolor que puede causar. Nos invita a considerar nuestras acciones y las consecuencias que pueden tener en nuestra vida y en la de los demás. No permitamos que la ira y la venganza nos cieguen, y busquemos en su lugar la redención y la paz interior.

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