Cuando hablamos de la simbología de las aves debemos comprender todos los mitos y símbolos que nuestros antepasados relacionaron con las aves, o lo que estos seres inspiraron en ellos, de entrada, debemos realizar un paralelismo entre los peces que pueblan los mares y las aves que pueblan los cielos.
Para el hombre antiguo observar la semejanza entre los peces y las aves lo llevo a fascinarse por los prodigios de la naturaleza: los peces cubiertos de escamas, las aves de plumas; los primeros conformados por aletas que les permitían desplazarse a gran velocidad por las profundidades de los océanos mientras que las alas de las aves les permitían volar por los cielos. Dando origen a los mitos de la mujer-pez o el hombre-pájaro como si proyectaran su deseo de nadar libremente en la inmensidad del océano o volar hasta lo más alto del cielo.
Algunos paleontólogos basados en las teorías evolucionistas dicen que los antepasados de las aves eran los reptiles y que estos proceden de las aguas hace aproximadamente 400 millones de años. Por tanto, podríamos afirmar que las aves y los peces tienen una rama común o nacieron del mismo molde para seguir dos vías evolutivas distintas.
En numerosas civilizaciones antiguas y hasta en la imaginería romana, la escama se empleó como símbolo de la puerta de los cielos o se relacionó con el parpado, simbolizando en este caso la puerta de la visión. También está relacionada con el caparazón que protege al ser sensible que todo lo siente a flor de piel, pero cuando se abre, libera sus emociones.
Bajo la idea de la liberación de las emociones representada en las escamas se debe entender que estas, las emociones, son los motores de nuestra vida. Nos sumergen o nos iluminan. Por consiguiente, el hombre es como el pez, nadando entre las aguas agitadas de sus emociones, de dónde saca toda su inspiración y todas sus motivaciones.
En cuanto a la pluma, se asocia con los dones de clarividencia, adivinación y libertad espiritual razón por la cual, a lo largo de los siglos, nuestros ancestros vieron en las apariciones de muchas especies de aves infinidad de signos y presagios.
Los chamanes o brujos llevaban plumas de pájaro, analogía que une a los peces y las aves puesto que tanto el uno como el otro sirven de guías para el alma de los hombres ya sea en representación del nado en lo más profundo del océano o volando en lo más alto de los cielos. El alma identificada con el pez o el pájaro es visionaria, en el sentido que puede ver en el interior y desde el interior, en las zonas más oscuras de la tierra, los fondos oceánicos que el hombre jamás ha explorado o en una situación privilegiada que le da una visión superior y panorámica de la realidad, en lo más alto del cielo.
-Una golondrina no hace verano – dice Proverbio.
-No, no la hace – responde Augurio – ni verano, ni primavera. Pero ¡anuncia el buen tiempo!
-¿Cómo lo anuncia? – se sorprende Proverbio.
-Basta con observar el día y la hora de su llegada en el cielo de tu región, su vuelo, su grito, la dirección del viento en ese momento, la temperatura exterior y el color del cielo. Y si quieres obtener augurios o presagios anota los acontecimientos anecdóticos o importantes que se produzcan ese día en tu vida o en la de los demás.
-Una golondrina no hace el futuro- insiste Proverbio, escéptico, pues no cree en la sabiduría popular, llena de buen sentido, pero a veces demasiado pragmática.
-No- se obstina Augurio – lo anuncia, lo ilumina, lo muestra, viene delante de él y al mismo tiempo que él. La llegada de la golondrina a nuestro cielo y la primavera coinciden. A partid de dicha coincidencia, y muchas más, establecemos el signo, presagio, augurio, previsiones…